“Los niños rojos”: la conmovedora historia de una tragedia tunecina

Por Guillermo Loison
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“Los niños rojos” de Lotfi Achour. NUESTRA PELÍCULA
Reseña dramática de Lotfi Achour, con Ali Helali, Yassine Samouni, Wided Sabebi (Túnez, 1h38). En cines el 7 de mayo ★★★★☆
Para ir más allá
"Basada en una historia real", explica Lotfi Achour en la inauguración de "Les Enfants rouges", una nota dirigida principalmente a un público internacional, ya que Túnez conoce bien la tragedia que se repite aquí: el asesinato en 2015 de un pastor de 16 años en las montañas de Mghila por un comando islamista. La minuciosidad de la puesta en escena, que recrea fielmente el contexto de los hechos (actores reclutados en esta remota provincia del país, filmando en el dialecto local, una lluvia de detalles reales), no dice sin embargo todo sobre el enfoque de la película, que el cineasta quería que fuera subjetivo, al borde de la fantasía. Porque es el punto de vista de un niño el que adopta: el de Ashraf, de 14 años, testigo directo del crimen, al que los terroristas perdonaron la vida para poder llevar la cabeza de su primo Nazir a su pueblo y difundir allí su mensaje de terror. Tan aturdido por el espectáculo de barbarie que acaba de presenciar como por las apariciones fantasmales de Nazir que se multiplican en el camino de regreso, Achraf avanza a tientas entre rocas y olivos, en un mundo donde el tiempo tartamudea, los recuerdos y lo ordinario se superponen, la alianza de lo sórdido y lo sublime produce una especie de poesía macabra.
Lotfi Achour consigue dar cuerpo a este estado de estupor y de entumecimiento, más allá del vagar solitario de este pequeño mensajero mártir hacia su propio pueblo. Es precisamente en el momento en que éste se reencuentra con los vivos cuando la lógica irracional de la película se intensifica y afecta a todo el pueblo. Como un Sísifo moderno, Achraf recibe la orden de regresar inmediatamente al mismo lugar del que acaba de huir, guiando a su familia hasta el cuerpo mutilado de su primo, que debe ser recogido lo más rápido posible para un entierro digno. Todo sigue confuso: la creciente ira del hermano mayor de Nazir contra el enemigo y las insuficiencias del gobierno, la terrible dureza de esta naturaleza, imaginada unas horas antes como un paraíso secreto, las reminiscencias del ataque terrorista que regresan en flashbacks a la psique confusa de Ashraf. A pesar de su calidad onírica, pocas veces una película ha documentado tan de cerca las repercusiones íntimas causadas por un ataque.
Le Nouvel Observateur